En el ciclismo hay días en los que no alcanza con las piernas. Días en los que el entrenamiento, la planificación y la fuerza no son suficientes. Ahí es cuando entendés que rendir también es apoyarse en otros. Que para avanzar, a veces, hace falta algo más que energía: hace falta una red que te sostenga.
Empecé a pedalear a los siete años, en una escuelita de mountain bike los sábados. A los doce representé por primera vez a mi provincia en los Juegos Evita. Mi mamá viajó conmigo recién operada de los cruzados, sin poder caminar bien, solo para que no estuviera sola. Ahí entendí lo que significa el esfuerzo compartido.
Con el tiempo llegaron las victorias, los viajes con la selección y las primeras experiencias internacionales. Pero también aparecieron los retos: los entrenamientos eternos, los cumpleaños lejos, los días en que el cansancio pesa más que la motivación. El alto rendimiento te enseña rápido que no todo es gloria ni medallas. Hay cansancio, frustraciones, dudas y silencios que también forman parte del proceso.
En esos momentos apareció lo que realmente me sostiene. Mi familia, que está en cada etapa, acompañando sin preguntar. Siempre digo que la familia es el principal sponsor de cualquier corredor. Son quienes están cuando el cuerpo no responde, cuando un resultado no sale, cuando simplemente necesitás sentirte acompañada.
El año pasado viví una de mis temporadas más intensas, compitiendo en Portugal. Estar lejos me obligó a encontrar equilibrio entre exigencia y bienestar, y a confiar más en mi preparación. Aprendí a escuchar mi cuerpo y a entender que avanzar no siempre es hacer más, sino hacerlo mejor.
Ese aprendizaje me acompañó en los Panamericanos, donde logré dos platas y un oro. Más allá de los resultados, me quedo con lo invisible: todo lo que se necesita para llegar hasta ahí, y la importancia de tener una red que te sostenga en el camino.
Hoy sigo entrenando con la misma pasión de siempre y soñando con correr una gran vuelta, entendiendo que el camino no se recorre solo, y que cada logro también pertenece a quienes te acompañan en silencio.