Nuestro cuerpo no funciona igual todo el día. Las hormonas, la temperatura corporal, la digestión, la fuerza muscular y hasta el estado de ánimo siguen un patrón natural: el ritmo circadiano. Aunque la cronobiología aplicada al deporte está creciendo, aún no existe un consenso universal sobre el momento “ideal” para entrenar o alimentarse. Las tendencias existen, pero cada persona responde distinto según su cronotipo, el tipo de entrenamiento y su adaptación. Por eso, más que reglas rígidas, la clave está en entender y escuchar tu propio ritmo.
El reloj circadiano es un sistema interno que regula procesos fisiológicos en ciclos de 24 horas. Su “centro de control” está en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, donde se sincronizan señales externas como la luz solar, las comidas y la actividad física. Este reloj no define sólo cuándo dormir: influye en la eficiencia metabólica, la fuerza, la tolerancia al esfuerzo y la recuperación muscular. Conocerlo permite alinear mejor descanso, nutrición y entrenamiento con tu propio ritmo biológico.
El rendimiento no es constante a lo largo del día. Factores como la temperatura corporal, la secreción hormonal y la activación neuromuscular fluctúan de forma natural. En general, la fuerza, la potencia y la coordinación alcanzan su pico entre las 16 y las 20 h. Por la mañana puede haber mayor rigidez y menor temperatura muscular, aunque entrenar temprano mejora la constancia, favorece la oxidación de grasas y ayuda a estabilizar el ritmo circadiano si se mantiene como hábito. Pero no existe un momento universal. Cada persona tiene un cronotipo —más matutino o más vespertino — que determina cuándo se siente más fuerte, más alerta y cuándo se recupera mejor. Respetar ese patrón puede influir tanto como el propio plan de entrenamiento.
El cuerpo también metaboliza los nutrientes de forma distinta según la hora del día. Por la mañana suele haber una mejor disponibilidad de sustratos para generar energía y una mayor tolerancia a los carbohidratos. Por la noche, en cambio, la presencia de melatonina favorece los procesos de reparación de tejidos y la reposición de las reservas de glucógeno. Sincronizar hábitos puede potenciar el rendimiento. Mantener horarios regulares de comida y entrenamiento ayuda al cuerpo a anticipar el esfuerzo. Dormir entre 7 y 9 horas sostiene la recuperación y regula los ritmos biológicos. Y planificar la nutrición en torno al entrenamiento hace la diferencia: elegir carbohidratos de liberación media antes de entrenar, incorporar fuentes rápidas y bien toleradas durante la actividad, y combinar proteínas y carbohidratos al finalizar para reponer y reparar.
La cronobiología del deporte muestra que no hay un mejor momento universal, sino uno propio. Sincronizar entreno, nutrición y descanso con tu ritmo circadiano permite entrenar con más energía, recuperarte mejor y sostener la constancia. En Pont, integramos esta mirada dentro de nuestra filosofía SmartBased™, formulando productos que acompañan cada fase del día y del esfuerzo con precisión y respaldo científico.